AMIGO

Amigo.

Después de hablar contigo esta mañana,
acariciado profundas olas del sentimiento
y patinado como loca adolescente sobre la arena,
me preparo para una larga travesía.
Ahora acostumbro los ojos a la oscuridad
donde los pies se cuelan en el fondo de esa gran catarata,
allí donde cría raíces el invierno.

Educo al pensamiento a ejecutar pruebas que triunfen,
donde las manos fracasaron.
Acaricio los pétalos del fuego con el que quemo
las gargantas del infierno.
No quiero ser cazadora
ni teñir mis manos de victorias entre los pájaros,
tampoco quiero sembrar de cadáveres la noche,
prefiero la luz repentina que deslumbra la madrugada.
Tomaré la primavera sorbo a sorbo y como vampiro
aspirare el perfume de la sangre agreste en los caminos.
Aprenderé el alfabeto de la tormenta
que como un díos sombrío amenaza con hacerse presente.
Comeré en cada posada que encuentre a mi paso
y las cenizas del pasado me lo permitan.
Después descifraré el enigma del humo blanco en el Vaticano
haciéndome cristal transparente.
Estudiaré los secretos del vino y el aceite, del pan y la sal
que son vida para el mundo.
Lucharé con el viento huracanado y vestiré mi cuerpo
con pieles negras,
así tal vez, me haga digna de encontrar la piedra filosofal
que acaricia la voz y consagra la palabra.